El pasado 4 de Septiembre tuvo lugar en la Galería Metavier de Hannover dirigida por Sven Friedrich Cordes, la inauguración de la exposición del Grupo Nagareboshi (estrella fugaz en japonés), nacido a finales de 2017 en Barcelona. Dicho grupo internacional y multidisciplinar, está formado por Gela Straube, Jose Ferrer, Pepa Salas Vilar y Shige Fujishiro.
En la presente exposición, Nagareboshi, caracterizado por la versatilidad de las diferentes expresiones artísticas de sus componentes, refleja la construcción y constitución de nuestro mundo desde diferentes realidades. La exposición, está teniendo muy buena acogida, pues cumpliendo con todas las medidas de seguridad por la prevención del Covid-19, en su primer fin de semana sumó más de 700 visitantes. Actualmente se están ofreciendo visitas guiadas exclusivas para 8 personas bajo cita previa, con uno de los componentes del grupo y Johann Brandes, curador de la exposición.
Es en este contexto, donde Jose Ferrer, mediante su obra “Lágrimas de Caronte” vuelve a expresar mediante una instalación, su gran sensibilidad artística, esta vez no para usar el arte como una catarsis personal, si no como vehículo de concienciación social. Ferrer transmite mediante su trabajo actual un alegato en contra de la insensibilidad de las sociedades acerca de las personas que buscan refugio huyendo por motivos políticos, económicos o bélicos de una situación desesperada a otra aún más incierta, jugándose el todo por la nada, arriesgando lo poco que les queda a pecho descubierto.
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidad para los Refugiados (ACNUR) en el 2017 hubo 68 millones de personas en el mundo que se vieron obligadas a dejar su país de origen, una de cada 110 personas en el mundo es refugiada, desplazada interna, o asilada, siendo Turquía uno de los principales países receptores de desplazados. Más de 40.000 personas según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado han muerto en lo que llevamos de siglo al tratar de cruzar el Mediterráneo hacia Europa. Una presión que seguirá creciendo si no mejora la situación socioeconómica y política en África, como advierten algunos expertos.
A través de las “Lágrimas de Caronte”, Ferrer pretende que la dramática muerte de las personas que buscan refugio atravesando desesperadamente el Mar Mediterráneo, abandonadas a su suerte, desahuciadas en el limbo de las fronteras líquidas y realidad diaria y constante, no pasen al olvido, sin solución. Historias sin datos oficiales, ni reseñas biográficas, sin identidad, disueltas en un olvido que no flota, que se hunde en un mar del que muchos hacemos patria.
Para conseguir su objetivo, Ferrer dibuja con 133 cianotipias la silueta que el Mar Mediterráneo crea, tomando como fondo las fronteras de los países que lo amparan, haciendo de él un continente aguado de conchas marinas rotas simulando un campo santo de fosas blancas de cuerpos anónimos.
Otra pieza de la instalación es un video de 3:30min. que muestra como el mar, día tras día, lanza las conchas marinas desde sus entrañas hasta la arena fina de cualquier costa.
La tercera pieza que forma la instalación “Lágrimas de Caronte”, es un cuadro negro con una concha marina roja, sirviendo así de humilde homenaje a todos los supervivientes (o no) que tienen el arrojo de adentrarse en un destino que en ocasiones no es otro que convertirse en cadáveres dejados por las olas sobre la arena. Siendo así, como cree Ferrer cada muerte es nuestra impudicia, sus restos, nuestra condena.
Así pues, con estas tres piezas, unidas a las de sus compañeros de Nagareboshi, se forma la presente exposición que llenará la sala de la Galería Metavier de estética, belleza, emoción y esperanza hasta el próximo 22 de Noviembre.